• La Verdad del Sureste |
  • Lunes 06 de Octubre de 2025

¿Y a mí qué?

“La otra inflación: lo que pasa cuando el campo deja de sembrar”

Publicado el:

Francisco Enrique Pérez Hernández.


¿Por qué está subiendo todo? Cada vez que pagas más por el kilo de tortilla, por un huevo o por un jitomate, tal vez piensas que es por la gasolina o por el dólar. A veces sí. Pero hay una causa más profunda que casi nadie menciona: cada vez menos personas están sembrando y cuando se deja de sembrar, todo se encarece. No es algo que veas en las noticias todos los días, pero ya lo estás sintiendo en el bolsillo.

¿Qué está pasando? México importa una buena parte del maíz, el arroz y el trigo que consumimos. Antes, esos alimentos se sembraban aquí. Hoy no tanto. ¿Por qué? Porque muchos productores pequeños ya no pueden con los costos; El fertilizante está caro, el agua escasea y las reglas del mercado no siempre favorecen al que trabaja la tierra. Muchos campesinos y campesinas deciden dejar sus parcelas vacías porque sembrar ya no les sale, y eso, aunque no lo parezca, nos afecta a todos.

¿Y a mí qué? Si hay menos maíz, sube la tortilla. Si falta forraje, sube la carne y la leche. Si nadie siembra, los alimentos se importan, y dependen del precio y clima de otros países. Cuando abandonamos el campo, no solo perdemos soberanía: perdemos estabilidad-

¿Qué se está haciendo? A pesar del panorama, sí hay esfuerzos para evitar que se apague el motor del campo mexicano. Desde la Secretaría de Agricultura, se han fortalecido programas que apoyan directamente a quienes todavía siembran lo que comemos: Fertilizantes para el Bienestar entrega insumos clave como urea y DAP de forma gratuita y directa a productores de maíz y frijol en zonas rurales prioritarias. Programas Productivos para el Bienestar otorgan apoyos económicos por superficie, impulsan el autoconsumo, y fomentan prácticas agroecológicas con acompañamiento técnico. No se trata de regalar por regalar. Se trata de hacer posible que la siembra continúe, que el productor no se rinda, y que el país no dependa de otros para llenar su mesa.

¿Qué viene después? El campo mexicano está envejeciendo. Las parcelas se heredan, pero no siempre se cultivan. La juventud migra a las ciudades, y los costos crecen. El cambio climático aprieta. Frente a eso, hay dos caminos: el primero seguir importando todo y ver cómo sube el precio del carrito del súper cada mes, o apostar por una agricultura que sea justa, sostenible y bien acompañada.

Para pensar esta semana: ¿Sabes de dónde viene lo que comiste hoy? ¿Qué pasaría si nadie sembrara cerca de ti? ¿Estamos cuidando a quienes cultivan la tierra o los estamos dejando solos?

Sembrar es un acto de paciencia. Se siembra hoy, para cosechar en meses, pero si nadie siembra hoy, lo que cosecharemos será escasez, inflación o dependencia. Hace apenas unos días se conmemoró en México el Día Nacional del Maíz, más que una fecha simbólica, fue un recordatorio urgente: lo que comemos no nace en la tienda, nace en la tierra y esa tierra no se cultiva sola. Apoyar al campo no es un favor, es una decisión de futuro porque lo que está en juego no es solo el precio del maíz, es quién podrá seguir sembrándolo mañana. El maíz no es pasado: es lo que está por faltar si no actuamos.