Hace un par de días, Pedro Gutiérrez fue reciclado por la dirigencia nacional priista para calentar el ambiente político en el estado con declaraciones tronantes a fin de radicalizar la postura del otrora partidazo con miras a las elecciones de 2027, como si con un discurso belicoso fueran a recuperar todo lo que perdieron en los últimos años por la corrupción y los malos gobiernos surgidos del tricolor. Ya sientes pasos del Movimiento Ciudadano con otro Pedro, el otro porro.
 
El CEN del PRI lo nombró delegado regional en Tabasco, Veracruz, Chiapas y Campeche dizque para organizar los comités seccionales, la estructura electoral con la que, aseguran, recuperarán el terreno perdido en la entidad.
 
Pedro Gutiérrez siempre ha sido un político taimado, tenebroso, pero de muy bajo perfil, que no concita adhesiones sino más bien rechazo. Representa lo más viejo y arcaico del PRI intolerante y totalitario.
 
Fue uno de los golpeadores que azuzaron a la turba de pandilleros que contrataron el 19 de enero de 1995 para desalojar de plaza de armas a los perredistas que mantenían bloqueado el corazón político de Tabasco, en protesta por el fraude electoral cometido por Roberto Madrazo en las elecciones de 1994.
 
Siempre se ha caracterizado por ser un pendenciero, un socarrón. Cuando fue diputado local (2003-2006), local lo utilizaban para agredir verbalmente durante los debates que protagonizaban legisladores del PRD con los priistas que, como eran mayoría, se imponían de todas todas cuando se votaban los dictámenes, generalmente contrarios a los intereses del pueblo, porque ellos solo atacaban las órdenes de Manuel Andrade.
 
En el PRI se desempeñó como secretario de Organización en los tiempos en el que el Revolucionario Institucional era un apéndice del gobierno y recibía financiamiento directamente del gobierno.
 
Era un partido rico, tenía dinero para comparar voluntades, votos y repartir cualquier cantidad de cosas en tiempos electorales. Así ganaban las elecciones, haciendo trampa, imponiéndose a la mala.
 
NIEGAN A SU PARROQUIA
 
Ahora el contexto es totalmente distinto. Ya no está el gobierno para financiar las campañas políticas ni para comprar votos. El PRI vive en la precariedad. Y veremos si realmente es capaz de organizar, sin dinero, las estructuras electorales priistas en los estados que le toca coordinar.
 
Habla de Adán Augusto López Hernández y de Hernán Bermúdez Requena para golpear a Morena, pero se le olvida que ellos y él cojean del mismo pie, llevan los mismos genes priistas.
 
Hay que recordarle a Pedro Gutiérrez que fue en los gobiernos priistas de Manuel Gurría, Roberto Madrazo y Manuel Andrade, donde comenzó la carrera criminal de quien ahora despotrica.
 
Bermúdez Requena ni Adán Augusto ni Jaime Lastra han dejado de ser priistas. Y si el gobierno de López Hernández resultó fallido, minado por la corrupción y el crimen, fue precisamente porque se rodeó de puro priista que vio la oportunidad de colarse a Morena y presentarse como demócratas izquierdistas, pero no son más que simuladores.
 
Por eso fue la debacle del PRI por impresentables como los señalados líneas arriba. La gente se hartó de esos políticos corruptos y ladrones emanados de las filas tricolor. Cada trienio o sexenio surgían camadas de nuevos ricos, se paseaban con toda impunidad con esa riqueza mal habida.
 
En la elección de 2024 apenas si lograron rebasar el 3 por ciento mínimo de la votación para conservar el registro. Duro que puedan sortear los comicios de 2027 aquí en Tabasco, y a nivel nacional el panorama tampoco pinta nada bien.
 
Es un partido en decadencia, en fase terminal. No se trata de un declive repentino, sino de un proceso acumulado por décadas de corrupción, derrotas electorales, fugas masivas de militantes y liderazgo cuestionado.
 
Alejandro "Alito" Moreno, presidente nacional desde 2020, es acusado de corrupción y de secuestrar el partido para beneficio personal. En agosto pasado, una asamblea terminó en golpes, simbolizando su "agonía".
 
Reformas a estatutos le permiten reelegirse hasta 2032, pero críticos lo ven como un clavo en el ataúd.
 
Representa el fin de una era de partidos hegemónicos, pero sus vicios, corrupción y centralismo, persisten en el panorama político mexicano. Para 2027, podría perder el registro si no remonta, dejando un vacío que PAN y MC intentan llenar.
 
Ese es, a grandes rasgos, el partido en el que milita Pedro Gutiérrez, y con ese lastre tendrá que cargar Pedro Gutiérrez en la difícil, complicadísima tarea de recuperar siquiera algo de lo mucho que el PRI ha perdido desde hace trece años.
 
                             
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                             
                            