El diario español El País publicó el lunes pasado una investigación periodística en la que reveló que, cuando Adán Augusto López Hernández era gobernador de Tabasco, adjudicó contratos millonarios a empresas de amigos y clientes de su notaria y la de su hermano Melchor.
 
Ese texto revela lo que aquí ya se sabía: que en su gobierno hubo corrupción, nepotismo y manipulación en licitaciones públicas. Y lo peor: se alió al crimen organizado, lo que sumió al estado en una crisis de seguridad de la que todavía no se ha podido salir del todo.
 
El reportaje de El País se centra en la adjudicación de contratos para el distribuidor vial de Avenida Universidad, una obra emblemática de la corrupción que floreció en la administración de Adán Augusto y que se prolongó en la gestión del gobernador interino, Carlos Manuel Merino Campos, y que terminó con sobrecostos, retrasos y críticas por su utilidad.
 
Este trabajo periodístico refleja un esquema sistemático de corrupción, favoritismo y captura del poder público por redes clientelares en la adjudicación de contratos millonarios durante la gubernatura de Adán Augusto.
 
López Hernández y su hermano Melchor, como notarios (patentes 27 y 13), fedatearon durante más de una década a las empresas que luego recibirían 592 millones de pesos en contratos estatales.
 
Constructora Santandreu (477 millones) y CM del Golfo (115 millones) eran clientes históricos de sus notarías. Manuel Santandreu no solo es cliente, sino amigo de juventud y aparece exaltado en el libro que escribieron amanuenses de Adán Augusto, durante la precampaña presidencial, titulado “El hombre grande”.
 
El notariado no fue solo un negocio, sino que se constituyó en una red de lealtades que se activó al llegar al gobierno.
 
En las últimas semanas, diversos medios de comunicación independientes y opositores han publicado investigaciones y reportajes que cuestionan el origen de los ingresos y el patrimonio de Adán Augusto, coordinador de Morena en el Senado y exgobernador de Tabasco.
 
Estos textos destacan omisiones en sus declaraciones patrimoniales, vínculos con empresas posiblemente irregulares y presuntos conflictos de intereses durante su gestión pública. Medios como El País, W Radio, Infobae, El CEO y SinEmbargo, por citar algunos, han puesto énfasis en cifras millonarias no declaradas y comparaciones con esquemas de corrupción como la “Estafa Maestra”.
 
Esas investigaciones han revelado una red de empresarios, cuñados y aliados que obtuvieron contratos públicos millonarios, al menos mil 600 millones de pesos durante su gobierno en Tabasco, incluyendo adjudicaciones directas a firmas sin empleados ni infraestructura real.
 
ESTAFA MAESTRA Y MÁS
 
Su notaría 27 en Tabasco dio fe a la creación de empresas implicadas en la “Estafa Maestra”, un esquema de envío de recursos federales por 270 millones de pesos de Pemex en el sexenio de Peña Nieto.
 
Adán Augusto utilizó el gobierno de Tabasco como una extensión de su red notarial y empresarial, otorgando contratos sin competencia. Favoreció a amigos empresarios, cuñados, concuñados y familiares.
 
Su notaría ha sido señalada por crear empresas fantasma. Los medios que han divulgado toda esta trama de corrupción se han basado en contratos firmados, en escrituras notariales, en alertas del SAT y la UIF.
 
No se trata de una campaña mediática, como ha querido hacer creer a López Hernández, sino de hechos ciertos.
 
Este trabajo de El País no solo documenta un caso de corrupción, sino que muestra cómo el poder real, al puro estilo priista, sigue operando a través de redes personales, notarías, licitaciones amañadas y opacidad institucional, incluso bajo gobiernos que prometieron transformarlo todo.
 
A todo este cúmulo de evidencias se suma la denuncia formal presentada este martes ante la Contraloría Interna del Senado por la exdiputada panista María Elena Pérez-Jaén.
 
¿Qué más pruebas o indicios se necesitarán para que, oficialmente, la Fiscalía General de la República decida abrir una investigación en su contra?
 
Por lo pronto, el panorama no luce nada halagüeño para Adán Augusto. A medida que surgen más evidencias de su inexplicable riqueza, se complica más su posición al frente del Senado. Ya no suma, sino que resta, y mucho.
 
 
                             
                     
                     
                     
                     
                     
                     
                             
                            